No es de extrañar que cada vez sea más sencillo encontrar alimentos sin lactosa, y es que según la SEPD (Sociedad Española de Patología Digestiva) y la SEMG (Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia) entre un 30-50% de la población española sufre intolerancia a la lactosa en mayor o menor grado. En contra de lo que se podría pensar un primer momento, la solución para evitar los síntomas de esta intolerancia no es eliminar los lácteos de nuestra dieta, dados sus otros numerosos beneficios para la salud. ¡Te explicamos por qué!
La lactosa es un azúcar presente en todas las leches de los mamíferos, incluidos los humanos, y que puede encontrarse en multitud de alimentos preparados como cremas, sopas, bollería, embutidos, etc e incluso en algunos excipientes para medicamentos.
El cuerpo necesita una enzima llamada lactasa para digerir la lactosa, de manera que cuando el intestino produce suficiente cantidad de esta encima, aparece esta intolerancia, que se manifiesta con síntomas como dolores, diarrea e hinchazón abdominal. En los casos más extremos puede llegar a provocar cansancio, problemas cutáneos e incluso nerviosismo.
Esta intolerancia tiene su origen hace miles de años, cuando el ser humano era cazador y no consumía leche más allá de la lactancia materna. Una vez terminado este periodo de lactancia, el ser humano sufre de forma natural una disminución de la lactasa, el nivel de lactasa que persiste en nuestro organismo después de este periodo es el que determina nuestro nivel de intolerancia.
Así, el ser humano no necesitó grandes niveles de lactasa, hasta que se convirtió en pastor y ganadero, también comenzó a consumir leche procedente de otros animales.
Entonces se produjo una alteración genética en nuestro organismo que nos hizo evolucionar hacia tolerantes a la lactosa; no es de extrañar que los europeos sean los que mejor toleran la leche, puesto que son los que mayor tiempo llevan consumiéndola y mejor se han adaptado mediante el proceso de selección natural.
Pese a los incómodos síntomas que puede provocar esta intolerancia, no es recomendable eliminar los productos lácteos de la dieta, dado su gran aporte de calcio, necesario para mantener la salud ósea.
Así, la solución más apropiada es sustituir los lácteos por otros productos sin lactosa, siempre que sea posible. Si el grado de intolerancia no es muy alto, siempre se puede reducir la cantidad de alimentos con lactosa, y dosificarlos a lo largo del día hasta encontrar el nivel que toleremos, ya que ha quedado demostrado que lo que peor toleramos son las cantidades altas de lactosa (más de unos 12 gr por comida).
Otra de las opciones factibles para deshacerte de estas molestias si tu grado de intolerancia es bajo, es acompañar tus comidas con enzimas de lactasa, como Scitec Nutrition Lactase Enzyme, que te ayudarán a digerir la lactosa sin molestia.
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