¿Quién no ha sufrido nunca una pájara? ¿No has notado como en cuestión de segundos te quedas sin fuerzas? La pájara es eso, un descenso repentino de la fuerza, un bajón físico que conlleva una disminución del rendimiento, alteraciones de la visión y todo ello acompañado de una sensación increíble de hambre.
¿A qué se debe?
La pájara es debida a una hipoglucemia (descenso de los niveles de glucosa), pero ¿por qué se produce? Pueden existir varias posiblidades:
– Porque el deportista ha olvidado alimentarse a lo largo del entrenamiento o competición, bien porque piensa que no lo necesita, porque va pensando en el recorrido, en los km que le restan para meta…
– Otra posibilidad es, que se haya visto sorprendido por la orografía del terreno, esta pájara suele ser más común a lo largo de las competiciones. A veces estudiamos el perfil de carrera al milímetro, pero aún así nos olvidamos de donde debemos comer y por supuesto beber.
– La tercera posibilidad por la cual sobreviene la pájara puede ser el estado de forma. Cuando no estamos preparados físicamente, por ejemplo a principio de temporada, olvidamos que el gasto energético suele ser mayor, ya que el pulso suele ser más alto, entre otros factores, por tanto la ingesta debe ser mayor para evitar la temida hipoglucemia.
Como hemos visto, es necesario ir llenando los depósitos a lo largo del entrenamiento para evitar que aparezca, pero si ya ha aparecido, ¿qué hacemos?. Lo más inmediato es comer, tomar algún gel, barrita, algún alimento que haga que la glucosa aumente de nivel. Además es recomendable descansar al día siguiente de haberla sufrido para asegurarnos que todos nuestros depósitos de «gasolina» están repletos.
Y durante los entrenamientos debemos grabarnos esta frase en nuestra mente: «Aliméntate regularmente durante la actividad física, porque una cosa está muy clara: si durante la prueba o entrenamiento llegas a sentir hambre… ya es demasiado tarde»