El colesterol puede clasificarse de manera informal en “bueno” o “malo” pero ¿Sabes en qué se diferencian realmente y cuáles son los niveles recomendados?
El colesterol es un lípido que se encuentra de manera en nuestro cuerpo y que es totalmente necesario para su correcto funcionamiento. Mientras que el el colesterol malo o LDL se acumula en las arterias formando una placa que dificulta la circulación hacia el corazón, además de aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, el colesterol bueno o HDL ayuda a eliminar el malo llevándole hacia el hígado, dónde se procesa y es eliminado.
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Cómo aumentar el colesterol bueno
Es tan importante mantener el colesterol malo a raya, como tener un nivel elevado de colesterol bueno (en torno a los 40-60 mg/dL), y es que las personas con bajo nivel de HDL son más propensas a padecer ictus e incluso ataques cardiacos.
Aumentarlo es tan sencillo como incluir al menos dos piezas de pescado azul en nuestra dieta semanal, por su alto contenido en Omega 3. Para un aporte extra, puedes recurrir a comprimidos de Omega 3.
La fibra, los frutos secos, fruta y verduras, tampoco pueden faltar en tu dieta.
Cómo bajar el colesterol malo
Es recomendable que el colesterol malo se encuentre por debajo de los 100 mg/dL, y nunca por encima de los 160mg/dL, caso en que debes tomar medidas inmediatas.
Para bajar el colesterol malo, debemos deshacernos de los malos hábitos; fumar es uno de los más dañinos, ya que endurece el revestimiento de los vasos sanguíneos y aumenta la concentración de lípidos en la sangre, lo cual puede triplicar el riesgo de enfermedad cardiovascular.
El ejercicio es sin duda el mejor aliado para bajar el colesterol malo, no es necesario convertirse en un deportista de élite; practicar ejercicio moderado y con regularidad es suficiente para aumentar el gasto energético, y por tanto el consumo de grasas.
En cuanto a la alimentación, debes reducir al mínimo alimentos como la bollería industrial que suelen contener aceites de palma y coco, y alimentos precocinados, ricos en grasas trans y grasas saturadas. Reduce el consumo de grasas de origen animal y opta siempre por el consumo de lácteos desnatados en lugar de enteros.